sábado, 2 de febrero de 2013

Why not?


Hoy, en un largo vuelo a Miami volví a ver, por tercera vez, una peli que me gusta mucho: “The Blind Side”.

A quien no la haya visto se la recomiendo. Es una peli de football y es normal que me guste ya que es mi deporte favorito. 

El próximo domingo 3 de Febrero del 2013 se juega el Super Bowl. Compiten por el título mis 49’ers de San Francisco (soy fan desde que tengo memoria) contra los Baltimore Ravens.

Y ¿Qué tiene que ver todo esto? Pues que la peli que les menciono es sobre la vida de Michael Oher.

Todo empieza con un enorme niño negro de una de las peores zonas de la ciudad de Memphis. Un niño que no tuvo nada o más bien, si me permiten restar, se puede decir que tuvo mucho de menos. Tuvo todo lo horrible que un niño puede tener hasta que de repente, un día de lluvia y frío lo recoge una señora de clase muy acomodada y todo cambia, no sólo para él sino para la familia que lo acogió en su casa.

No les voy a contar la película, prefiero que la vean pero ese niño, tachado por el destino, con enormes posibilidades de terminar muerto por drogas o en una pelea callejera, ese niño juega este domingo el Super Bowl contra mis 49’ers y he de decir que siento cariño por la persona y el equipo que representa.

Michael Oher se graduó de la universidad de Ole Miss y es ahora un jugador profesional de la NFL y candidato a ganar el Super Bowl y uno se pregunta:

¿Cómo el destino puede dar un giro tan pronunciado? ¿Cómo puede cambiar TANTO?

Y la respuesta es: 30 alocados segundos de valor indescriptible, que fue lo que necesitó esa señora al ofrecer su casa a un vagabundo enorme de 17 años. Ese acto provocó magia. Si, la magia EXISTE.

Michael, así como otros muchos otros casos, son ejemplo de cómo nuestros actos pueden alterar todo lo que nos rodea, pueden alterar el destino, pueden hacer magia.

No se trata de cambiar el mundo y de ponernos esa responsabilidad en nuestras espaldas. Se trata de cambiar una vida. Una cascada empieza con una gota de agua y mira en lo que se convierte.

Y lo curioso es que uno piensa: ¿Quién gana en todo esto? ¿Michael? ¿Sus padres adoptivos? Y la respuesta es TODOS. Cuando algo así ocurre somos incapaces de saber desde nuestra perspectiva el alcance de las ondas que provocará en el agua la piedra que hemos lanzado al estanque. Son esos 30 segundos de valentía que desencadenarán todo tipo de acciones que a ojos de muchos parecerán una locura. Pero al final es magia y nuestra locura, nuestras acciones, nuestro esfuerzo o si quieres llamarlo, nuestra apuesta, empieza a tener sentido.

Creo en la magia, quiero creer en la magia, decido creer porque …WHY NOT?

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