viernes, 16 de octubre de 2009

El éxito es un GRAN malentendido

¿Dónde comienza el malentendido?

Siempre he tenido dudas con respecto al éxito, lo que es, el propósito de la palabra o mejor dicho el concepto y el papel que este juega en nuestra vida y a pesar de que lo tengo definido en 28 palabras pienso que mi definición no tiene validez alguna para el resto del genero humano ya que seguramente no tiene nada que ver con lo que muchos piensan que es.

En verdad ¿Qué es el éxito? Para ser honestos, y me refiero a todos, generalmente relacionamos la palabrita con el dinero. ¿A qué cantante se le puede considerar exitoso si es que no es famoso y por ende vende muchos discos? ¿A qué escritor se le puede considerar exitoso si es que no ha escrito un bestseller? Incluso el móvil que impulsa a muchos autores, cantantes, políticos a desarrollar sus carreras viene a ser a fin de cuentas el dinero.

El éxito hace ruido, mueve masas, genera marketing, produce merchandising y se vende en los estantes de las librerías reconocidas y en las taquillas de los conciertos de U2 o en los seminarios de Steven Covey, Robert Kiyosaki o Anthony Robbins.

El malentendido empieza cuando surge la discrepancia entre la persona, como individuo, y la masa, entendiendo como masa a la opinión popular en general.

La masa, es decir todos nosotros en grupo, tendemos a etiquetar como éxito todo lo relacionado con la fama y el dinero (piénsalo por un momento. Al final es así o te has preguntado si aquel fulano que toma el autobús un jueves por la tarde es una gran persona de éxito), por lo menos ese es el concepto que nos han enseñado los medios y el sistema, Así estamos programados.

Nosotros como masa somos el mercado meta y si el marketing es bueno y nos convence de etiquetar a alguien con la palabra éxito pues se corre la voz, se invierte en una campaña de publicidad, se desarrollan nuevos productos y nosotros pasamos a ser los consumidores principales de esa “persona” de éxito hasta que una nueva campaña nos desvíe a consumir otro producto con un nuevo modelo de éxito que este más de moda. Así pasamos de Kennedy a Obama, de Pelé a a Cristiano Ronaldo o de Julio Iglesias a a los Jonas Brothers.

Eso con respecto a personas vivas, con las muertas alguien se encargará de la propaganda que muchas veces resulta tener más impacto y que a su vez dará frutos de fama y dinero que el propio autor de los hechos nunca disfrutará. Tomemos como ejemplo a la princesa Diana, Elvis, John Lenon o el último ejemplo con el rey del pop Michael Jackson.

Entonces, ¿dónde esta la confusión?

Primero que nada pienso que el meollo del asunto se encuentra en la gran diferencia que existe entre nuestra percepción popular de lo que es el éxito y el sentimiento de éxito que pueda sentir un individuo con respecto a una obra realizada, a un objetivo en concreto o a su vida misma.

¿No te ha pasado que conoces personas que viven en paz con su existencia, en plenitud y balance nunca hablan o parecen no preocuparse del éxito? Me atrevo a decir que en las comunidades esquimales o guaraníes la palabra éxito no existe en su vocabulario lo que me impulsa a pensar que es un concepto relativamente “nuevo”, de este siglo y que sólo se encuentra en sociedades con un alto nivel de consumo, competitividad, ansiedad y stress, ávidas de estos modelos que les permiten justificar su propia existencia a la vez que sobreviven al sistema que se han impuesto.

Por otro lado, la mayoría de las personas que son consideradas exitosas por la masa aseveran no considerarse exitosos, todavía no estoy seguro si esto se produce por un arranque de humildad, por consejo de sus asesores de “imagen” o porque verdaderamente lo sienten así. Además esa gran mayoría de personas consideradas exitosas por la masa cargan a su vez en sus espaldas una cantidad de experiencias, trabajo y presión (sin contar los paparazzi) producidos por el propio “título” que no creo que les permita experimentar la paz que tal vez disfruta aquel que vive en el completo incógnito; el placer del anonimato.

El sistema buscará convencer a estas personas “exitosas” de que son diferentes al resto del género humano, de que están por encima de la masa y que por el hecho de ser considerados modelos tienen responsabilidades con sus admiradores y seguidores. Lo que generará que durante ese estado mental de “divinificación” se les explote al máximo hasta que el árbol ya no pueda dar más frutos. El show debe de continuar, por lo menos mientras siga produciendo dinero o hasta que reviente el famoso en cuestion.

Por lo tanto, el éxito que nosotros conocemos es, tal vez, el esfuerzo propagandístico de un sistema que sólo busca producir, generar y vender productos y que se ha aprovechado a lo largo de la historia de la creatividad, iniciativa, deseo de expresión, arte, patriotismo e ingenuidad de un grupo de individuos. Porque no podrán negarme que hemos coronado inútiles, divinizado enfermos mentales y aplaudido a necios que en su tiempo se les manejo una excelente campaña publicitaria; y a su vez han pasado desapercibidos distintos talentos que en su ausencia seguramente disfrutaron de un éxito tan personal y tan íntimo que tu y yo nunca veremos en los canales de TV de MTV ó VH1 o en los anuncios publicitarios de Nike o Pepsi.

¿Cómo explicar entonces los salarios desmedidos de los deportistas profesionales? ¿Cómo explicar que la gente persiga o admire personalidades que nada han aportado al mundo? ¿Cómo explicarle a nuestros hijos que Mike Tyson puede ganar 50 millones de dólares en una pelea de 50 segundos y que un premio Nobel de ciencias que ha dedicado toda su vida al estudio y desarrollo de un mejor mundo para todo el género humano gane sólo 1 millón después de entregar toda su vida al trabajo?

¿Dónde crees tu que comienza el malentendido?

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